Gracias, y si, le falta descripcion por que solo es la parte màs pequeña, como un intro, aqui les dejo el primer capitulo.
Sola
Me acomode la capucha de la sudadera, tapándome mi negro cabello lacio. Algo que en otros tiempos hubiera considerado imposible en mí. Aun recordaba cuando era lo que más presumía. Jale las mangas del suéter. La verdad era que no había ropa que detestara más que a las modernas, claro, no me quedaba de otra.
En estos tiempos me ere imposible salir con los vestidos largos de época, que eran de mi preferencia. ¿En qué cosa tan más terrible se había convertido la sociedad?
Veía pasar a chicas de mi <<edad>>, igual podrían estar desnudas y daba exactamente lo mismo a que usaran ropa. Si es que a esos pantalones y blusas desgarradas podían llamar ropa. Mi antiguo mundo. Donde yo vivía, ya no estaba. Lo habían intercambiado por un lugar con ruidos y contaminación excesiva.
Dejando prados, obras de teatro al aire libre, carrozas, orquestas y demás en solo recuerdos.
-Darien- murmure bajo, en un triste suspiro cargado de desesperanza.
Salí del callejón en el que me encontraba. De nuevo hacia el barullo de gente. En el último siglo lo único que me movía era la falsa esperanza de encontrarme con mi amado. La única razón de aguantar esta tortura, que no tenia bien claro si merecía o no.
¿No se suponía que existían los finales felices? ¿Cómo fue posible que estando tan cerca, casi tocándolo con los dedos, se me hubiera escapado de entre las manos, como agua o polvo?
¡Oh, bellísimo pasado! ¡Te he dejado atrás y se me hace imposible volver!
Resignada, tome aire, ignorando todo. Cruce una calle con la mirada baja, casi sin ganas de nada. Ni siquiera ver el cielo lograría consolarme. ¿Qué pensaba encontrarme en el? ¿Otra señal más de que mi mundo ya no era el mismo? ¿Qué ya no existiría nunca más? ¿Qué nunca podría vivirlo? Oh, sí. No podría encontrar consuelo en el nublado cielo.
La luz roja de los semáforos, ruido que intentaba pasar por música, alguien en una extraña bicicleta que echaba negro humo al aire, el pitido de varios carruajes modernos, luces amarillas alumbrándome…
Me deje caer en la calle. Algunos avanzaron a mi lado, los que estaban frente a mí se dedicaron a verme con el ceño fruncido y a hacer sonar sus cláxones enojados. Tape por un segundo mis oídos. Era mucho ruido. Mucho. A la mitad de la calle yacía, con los ojos cerrados, no me gustaba que me miraran así.
Me cubrí el rostro con mis temblorosas manos, aun desorientada y sin moverme ni un solo centímetro.
Mi mundo. Mi vida. ¿Dónde estaba? ¿Si todo había cambiado, porque yo no? ¿Por qué? ¿Qué podía hacer para regresar? Para volver y cambiar el rumbo de las cosas. ¿Acaso seria que este fue siempre mí destino? ¿Este vagar sin fin?
Una mano toco levemente mi cabeza y alguien se arrodillo, tratando de descubrirme el rostro. Pero sin pretender ser grosero, violento o descortés, si no, más bien, preocupado.
-¿Amiga, amiga, te desmayaste?- me pregunto fingidamente.
El era un vampiro y sabía que yo era una vampira. Técnicamente, no nos desmayábamos. Era para guardar las apariencias. Levante la vista, me sonrió con gesto amigable, y se lo devolví, aunque mi sonrisa era mostraba todo el temor que sentía.
No era la primera vez que me encontraba con un vampiro. Tampoco era la primera en que me salvaban del mundo moderno. Y estaba segura que no sería la última.
Acepte la mano que me ofrecía, con mi labio temblando por la conmoción. La capucha se me resbalo, apoyándome en brazos de mi << amigo>>, logre levantarme. Tambaleándome un poco.
Mucha gente estaba reunida, acababa de armar todo un jaleo.
Murmure un pequeño Ups y me deje guiar por mi vampiro amigo.
-Soy Gregory- se presento, mientras me llevaba de la mano hasta la otra esquina. Me sentía una niña pequeña, pero no importaba. Con una sonrisa suya calmo a la muchedumbre, disculpando las molestias, diciendo algo como “Mi prima es extranjera, se perdió. Estoy agradecido que nada malo le hubiera pasado”. La gente le respondía asintiendo. Y las muchachas, con mirada seductora, pero terminaban ignoradas.
Silenciosamente le di las gracias, no estaba segura de que me hubiera escuchado, pero si le estaba muy agradecida. Solo vi como los carros avanzaban. La verdad era que me encontraba aun desorientada, y si él no hubiera estado, de seguro nadie me mueve de la calle. Ni siquiera a la fuerza.
-Katherine-susurre, volteando a todos lados… Aun seguían esos sonidos tan fuertes que lastimaban mis oídos.
-¿Vienes con alguien, o tu sola?- pregunto, pasando a la gente y llevándome a sentarme junto a él a una banca al lado de la calle.
-No, solo yo.- Solo yo. Solo yo desde hace más de un siglo. Rechazando cuanta compañía se me ponía enfrente. Era mejor la soledad cuando no se estaba al lado de la persona amada. Eso lo tenía claro.
-Bien- Gregory sonrió- deseas que te acompañe, o esperas a alguien?Yo vengo con un amigo, de seguro podríamos hacerte compañía un rato-señalo un auto a lo lejos.
Color negro brillante, recién lavado, impecable, sorprendente y que te invitaba a querer montarte en él y arrancar. O eso me imagine, pues varias chicas se detenían, viéndolo, admirándolo, al coche o a quien estaba de piloto, de lejos no lo alcance a apreciar bien. ¿O seria porque no me interesaba en absoluto? Le sonreía a todas las apiladas ahí. Parecía lanzarles algunos piropos. Por su actitud engreída, supuse que sería un vampiro rastreador o señalado. Tontos, con un ego que podía alimentar a los que les faltaba autoestima.
Se volteo hacia mí, como habiendo leído mis pensamientos. Traía lentes oscuros y su cabello era igual de brillante que el color del carro. Sonrió de la misma forma que lo había hecho con las otras. De una manera, seductora y superior. Denominándose el Don Juan del lugar, al instante odie ese gesto. ¿Quién se creía? Solo Darien podía sonreírme de esa forma.
Gregory pareció reírse, se movió de lugar, tapándome la vista del coche y el ego-maniaco en él:-Veo que te fijaste en mi compañero-volvió a reír un poco- entonces, ¿continúas tú sola?
Mis ojos lloraron añoranza, pero logre asentir.
-Sí, estoy bien. Esperare yo sola-desvié un poco la mirada, para que no leyera la expresión de mi rostro. Que era todo. Menos estar bien. Nunca me había gustado mostrar o compartir mi sufrimiento, era algo mío y de nadie más. Tome aire:- Lo de hace un momento no fue nada-agregue, con una falsa sonrisa de tranquilidad.
El vampiro se alejo, o sin antes decirme donde lo podía encontrar y hacer una leve reverencia ante mí, como todo un caballero. Quizá el también se había convertido en el mismo tiempo que yo. Me repitió de nuevo que para cualquier cosa lo buscara, si es que llegaba a cambiar de opinión y necesitaba compañía. Aunque fuera solo por un tiempo. En algún momento me menciono el nombre de su compañero, pero no lo oía, mi mente pensaba en más cosas.
Vi como se iba hasta el auto negro, subía en el lugar del copiloto. No sabía mucho sobre esas maquinas llamas autos, pero mi sentido común me dijo que era un convertible, y lo seguro, muy costoso. Aparte de lujoso. Yo seguía prefiriendo los carruajes o un caballo.
Pensé en mi yegua Hali, el hermoso semental siempre me había sido fiel. Lástima que después de aquella noche ya no supe su suerte. Esperaba que hubiera regresado con mis padres.
Escuche el motor del auto al arrancar, no me di vuelta a ver como de nuevo me quedaba sola. Me encogí de hombros, una vez más, acababa de alejar otra compañía.
Volví a acomodarme la capucha, el sol del atardecer podía quemar horrible mi piel de vampiro. Genial, otra cosa que extrañar: El calor de mediodía sobre mí. Seguí con mí vagar por el mundo. ¿Esto mismo les pasaba a los fantasmas? ¿Era como una de esas almas en pena, pero con cuerpo visible? ¡Oh, Darien, ya no tardes!
La luz del semáforo se puso en verde y cruce la calle a gran velocidad, pensar en mi pasado me llenaba de ansias por la sangre. De una extraña y detestable sed. Beber sangre no me agradaba, me hacía sentirme como el mismo monstro que arruino mi vida.
Otra razón más por la cual opte por la soledad.
Solté un pequeño sollozo y pestañee fuerte, un recuerdo comenzaba a golpearme desde adentro.
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